
Ahora bien, ese trabajador con salarios bajos es el cliente potencial de la industria; para favorecer su acceso al mercado y para que el sistema pueda seguir siendo explotado rentablemente, se inventa el crédito, sin el cual, este castillo de humo se viene al suelo sin solución.
El ansia de beneficios sin fin del capitalismo, inventa la falacia del progreso indefinido y este monstruo pare crisis cada vez más recurrentes y más devastadoras.
¿Y quién gestiona la crisis? Aquellos que la generan: los grandes capitales.
No puede sorprendernos entonces que los perjudicados seamos siempre nosotros, y los agraciados, ellos.
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